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Wall Street se engancha a la marihuana

Grandes bancos y empresas de bebidas dan los primeros pasos para entrar de lleno en el negocio del cannabis y disparan las expectativas en el sector

Un avión sobrevuela un anuncio de un servicio de entrega de marihuana en Los Ángeles. 
Un avión sobrevuela un anuncio de un servicio de entrega de marihuana en Los Ángeles. Mario Tama (Getty Images)
Pablo Ximénez de Sandoval

El pasado jueves, los asistentes al Congreso Mundial del Cannabis celebrado en Los Ángeles, escuchaban una de las conferencias inaugurales cuando una noticia comenzó a saltar en los teléfonos. El regulador federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) acababa de aprobar un nuevo producto llamado Epidiolex para tratar la epilepsia. El fármaco se basa en el CBD, un compuesto del cannabis con propiedades analgésicas. Las acciones de la empresa que lo fabrica, GW Pharma, subieron un 6,2%. Concretamente, el regulador vino a decir que los medicamentos aprobados con CBD serán considerados dentro de la categoría mínima de peligrosidad. Un rumor recorrió la sala, seguido de aplausos.

Para los presentes en esta reunión bianual de industrias relacionadas con el cannabis, la noticia fue una nueva señal, una más, de que están en el negocio adecuado en el momento adecuado. La reclasificación del compuesto CBD se suma a otra serie de pasos, como el interés de grandes conglomerados de bebidas en el mercado de los derivados del cáñamo y el cannabis, además de que los grandes bancos de Wall Street que están estudiando de cerca la industria.

Hace dos años que los aspirantes a ser los primeros millonarios de la marihuana citan 2018 como el año en el que va a cambiar todo gracias a la legalización del uso recreativo en California, el mayor mercado legal en el mundo con 39 millones de habitantes, y en Canadá. Y efectivamente, todo parece a punto de cambiar. Pero al mismo tiempo la nueva regulación no llega todo lo rápido que el acelerado crecimiento del negocio parece estar demandando.

La legalización de la sustancia en Canadá es un imán para las inversiones

En julio pasado, la canadiense Tilray se convirtió en la primera empresa cotizada en el Nasdaq que se dedica a producir marihuana para uso medicinal. Debutó a 17 dólares. Esta semana estaba por encima de 130 dólares por acción. El pasado agosto, el gigante de las bebidas Constellation Brands (Corona, Modelo, Pacífico, vodka Svedka, tequila Casa Noble, vino Meiomi) anunció una inversión de 4.000 millones de dólares en Canopy Growth, una empresa canadiense de cannabis. Se trata de la mayor apuesta que ha visto hasta ahora la industria de la marihuana. Por comparar, es la cantidad por la que Disney compró la marca Star Wars.

Todo esto sucede en Canadá, que el próximo 17 de octubre va a legalizar también la marihuana de “uso adulto”, como llama la industria al uso recreativo. Es el segundo país en hacerlo, tras Uruguay. En Estados Unidos, la marihuana sigue siendo una droga prohibida a nivel federal con la misma clasificación que la heroína. Esto hace que los bancos no puedan trabajar con ese negocio. Pero en Canadá sí.

“Lo más interesante del negocio de Constellation es que lo hicieron Goldman Sachs y Merryl Lynch”, asegura en una entrevista Sumit Mehta, fundador y consejero delegado de Mazakali, una plataforma para asesorar a inversores de marihuana. “No hay duda de que, en cuanto puedan, lo van a hacer en Estados Unidos”.

Sin efectos psicoactivos

Lo mismo parecen pensar otros gigantes de las bebidas. Coca-Cola está oficiosamente hablando con Aurora Cannabis para estudiar productos con CBD (el componente relajante y analgésico del cannabis y el cáñamo, que no tiene efectos psicoactivos). La cervecera Molson Coors ya ha llegado a un acuerdo con la empresa Hexo para desarrollar este tipo de bebidas. Otra cervecera, Lagunitas, ya ha sacado al mercado Hi Fi Hops, que viene a ser agua con gas y extractos de cannabis.

La consultora Arcview prevé que este mercado moverá 32.000 millones de dólares en 2022

Los últimos datos de Arcview, una de las consultoras de referencia, revelan un gasto global en marihuana legal de 9.500 millones de dólares en 2017 (8.500 en Estados Unidos, 600 en Canadá y 400 en el resto del mundo). La previsión de Arcview es que llegue a 12.900 millones este año y siga creciendo a ese ritmo hasta los 32.000 millones en 2022. En 2018, el número de adultos con acceso a marihuana legal para uso recreativo pasó de 17 millones (cinco Estados de EE UU más Uruguay), a 47 millones, con la incorporación de California el pasado 1 de enero. Este mes de octubre, cuando se sume Canadá, serán 75 millones.

El mayor mercado de consumo es California, pero no es del todo legal. El producto ha sido híperregulado y los permisos esenciales para el negocio dependen de la jurisdicción local. Un 70% de los ayuntamientos de California aún no permiten el cultivo y la venta generalizada. “El Estado produce 6.300 kilos de marihuana y solo consume legalmente 900”, dice Mehta para dar una idea de la descompensación del mercado. Las inversiones de Canadá son la palanca con la que la industria cree que va a terminar de cambiar la regulación. Con su legalización “vamos a ver juntarse el mayor mercado de consumidores del mundo (California) con el mayor mercado financiero de marihuana del mundo (Canadá)”.

“No podemos pensar que Constellation haya hecho una inversión como esa pensando solo en el mercado canadiense”, decía este jueves Troy Dayton, fundador de Arcview. La participación de los dos gigantes de Wall Street en el negocio “fue una señal al mercado de que las aguas son seguras”. Una señal poderosa para una industria donde “te levantas cada mañana sabiendo que estás cometiendo un delito federal”.

Sumit Mehta recomienda a los inversores persistencia. “Los cambios legales tienen que llegar al cultivo, la extracción, la distribución, la venta minorista, las pruebas de laboratorio… tenemos miles de peticiones. Está llevando más tiempo de lo que esperaban los más optimistas, pero no es sorprendente”, dice Mehta. “Los pronósticos siguen siendo igual de buenos. Este es un negocio de miles de millones. Simplemente, no es legal”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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