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The Guardian en español

El plan de Alemania para legalizar el cannabis puede crear un “efecto dominó” en toda Europa

Manifestación a favor de la legalización del cannabis en Berlín, el 10 de agosto de 2019.

Philip Oltermann

Berlín (Alemania) —

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Alemania sopesa las consecuencias de convertirse próximamente en el mayor mercado potencial para la venta legal de cannabis, ya que el Gobierno de coalición de centro-izquierda sigue adelante con su plan de permitir la distribución controlada de la droga entre adultos.

En las últimas semanas, el Ejecutivo de Olaf Scholz ha reiterado el compromiso, contenido en el acuerdo de coalición de 2021, de legalizar para consumo recreativo lo que sus ministros de Los Verdes y el Partido Liberal han empezado a llamar Bubatz, una palabra coloquial para referirse a la hierba popularizada por los raperos alemanes.

A finales de junio terminó el proceso de consulta de cinco sesiones con expertos en salud, economistas y productores de cannabis, lo que ha supuesto el pistoletazo de salida de una carrera que pretende despejar el camino de obstáculos legales y regulatorios en los próximos dos años. Se espera un proyecto de ley para la segunda mitad de 2022.

La decisión de la mayor economía de Europa de legalizar el cannabis para uso recreativo, y unirse así a Canadá y California, podría generar un impulso para cambiar la convención de Naciones Unidas que restringe el cultivo de la planta. También ejerce presión sobre los países vecinos para que sigan los pasos de Alemania.

“Habrá un efecto dominó, seguro”, dice Justus Haucap, director del Instituto de la Competencia de Düsseldorf. “Los países europeos que tienen un problema mucho mayor con el consumo de cannabis ilegal, como Francia, están siguiendo muy de cerca lo que está haciendo Alemania ahora mismo”, explica.

El país también podría cosechar unos beneficios económicos significativos: con una demanda anual estimada de 400 toneladas de cannabis a nivel nacional, el instituto de Haucap prevé que Alemania ganará unos 4.700 millones de euros al año en la recaudación adicional de impuestos y el ahorro que supondrá dejar de perseguir a aquellos que consumen un porro o dos.

La motivación oficial del Gobierno para la legalización es acabar con el mercado ilegal de cannabis y así, controlar la calidad del que se vende y evitar la circulación de sustancias contaminadas, además de proteger a los menores.

“Hablamos de una regulación del mercado”, dijo Burkhardt Bienert, el inspector jefe de estupefacientes en Alemania, hace unos días. “Si lo hacemos bien, podemos evitar que los adolescentes acaben consumiendo de forma intensiva. No queremos repetir los errores que cometimos con el alcohol”, apuntó.

La reunión consultiva de ese día, con autoridades de Estados donde se ha legalizado el cannabis, también puso sobre la mesa algunas de las decisiones difíciles a las que se enfrenta el Gobierno alemán para alcanzar el objetivo declarado.

Problemas aunque sea legal

En Uruguay, donde el consumo recreativo del cannabis es legal desde 2013, hay solo 25 farmacias con licencia para vender la droga y el 70% de los consumidores siguen comprando en el mercado negro. En California, que legalizó el consumo recreativo de cannabis en 2016, la industria de la marihuana legal tiene dificultades para competir con el mercado ilícito. Mientras tanto, Canadá ha logrado algunos avances desde la legalización en 2018, pero con una aplicación que varía de región en región entre el libre mercado y los sistemas de suministro controlados por el Estado, lo que hace difícil extraer una lección general.

En los Países Bajos –conocido por su actitud laxa hacia el consumo de hierba, pero que sigue criminalizando técnicamente el uso recreativo, la posesión y el comercio–, el Gobierno está realizando un experimento con un plan para una cadena de suministro cerrada y un sistema de seguimiento y localización. El objetivo es acabar con el mercado negro de los coffee shops.

El sector de la marihuana está presionando al Gobierno alemán para que grave los productos de cannabis con un máximo de 10 euros por gramo de cogollo, con un impuesto más bajo para las plantas con un contenido en tetrahidrocannabinol (THC) inferior. El sector asegura que un tipo de gravamen más alto daría ventaja a los traficantes, al igual que lo haría una prohibición generalizada para los anuncios de hierba estatal. 

¿Limitar las licencias?

Niklas Kouparanis, consejero delegado de Bloomwell, una start-up fundada después de que Alemania legalizara el consumo medicinal de cannabis en 2017, también ha pedido al Gobierno que legalice la venta de cannabis en internet. Argumenta que autorizar la venta solo en las farmacias o en las tiendas que obtengan la licencia limitaría la distribución a las ciudades y llevaría a los traficantes a las zonas rurales. “La legalización solo tendrá éxito si conseguimos ahogar al mercado negro, y solo podremos hacerlo si podemos proporcionar un suministro legal de cannabis a nivel nacional de forma integral”, dice Kouparanis. “Si solo hay un puñado de puntos de suministro en Baviera, por ejemplo, el mercado negro sobrevivirá y Alemania se convertirá en un modelo que nadie deberá emular”, opina.

Sin embargo, grupos que velan por el bienestar de los jóvenes y la protección de la infancia son altamente críticos con la opción de vender cannabis a través de canales de comercio electrónico. En una reunión hace unos días, argumentaron que, si el Gobierno quiere ser fiel a su meta de proteger a los menores, debe garantizar que el cannabis se comercialice solo en un mostrador por personal formado y con licencia. 

Si el propio Estado alemán se encargara del suministro de cannabis para consumidores adultos, tendría que depender de la importación a corto plazo. Cinco años después de la legalización para el consumo medicinal, Alemania sigue dependiendo de las importaciones de Canadá, Portugal, España o los Países Bajos para un 85% de su consumo anual.

Entrar en el negocio de comerciar y vender cannabis también pondría a Alemania en una posición difícil, pues estaría violando la Convención Única de 1961 sobre estupefacientes de la ONU. Podría seguir el ejemplo de Canadá y Uruguay y tratar de ignorar esta convención o encontrar la manera de sortearla. Según Haucap, el director del Instituto de la Competencia, es más probable que la legalización del cannabis en Alemania impulse un movimiento para cambiar completamente ese acuerdo: “En teoría, podría salirse la de la Convención Única de la ONU y sumarse solamente a algunas partes específicas de ella. Pero estoy bastante seguro de que con los cambios que están ocurriendo en Canadá, Estados Unidos y ahora Alemania, podríamos estar ante una reforma de la Convención en lo que se refiere al comercio del cannabis”.

Traducción de María Torrens Tillack

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