Hasta ahora se ha logrado algo sin precedentes: que sean los mismos presidentes latinoamericanos los que pongan sobre la mesa la discusión en un escenario donde va a estar EE.UU. Pero todo podría terminar como una oportunidad desperdiciada si no se aborta la pregunta fundamental: ¿está funcionando o no la política actual contra las drogas? ¿Hay que cambiar el statu quo de la lucha antidrogas?