Por Paula Comandari Noviembre 6, 2014

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“Lo único que me queda claro es que en Chile el 2002 había 10 mil detenciones al año por tráfico de droga, y 10 años después está multiplicado por 8, llegan a 82 mil. Falta que Chile madure”.

El ex presidente Ricardo Lagos se tomó varios años antes de decidir dar la batalla. En 2007 le ofrecieron formar parte de la comisión de ex mandatarios que propondría liberalizar las drogas en el planeta. Él prefirió esperar. De hecho, se tomó cinco años para convencerse de que la política que prohíbe las drogas había fracasado. Y que la pelea para combatir el narcotráfico, las mafias, los crímenes y la violencia había que darla en serio.

Y hacerlo en serio significa para él promover y convencer a las autoridades de que para lograrlo hay que legalizar las drogas en Chile. El tema no está en la agenda. Por eso, entrevistas como ésta, dice el siempre seguro Ricardo Lagos, son una manera de movilizar a Chile para que comience a dar los primeros pasos en esta dirección.

Partir por legalizar el consumo, producción y comercialización de la marihuana, dice. Y en un par de años hacerlo con la cocaína, siempre que las campañas de prevención sean exitosas. 

-¿En qué minuto usted decidió involucrarse en el tema drogas? El medioambiente era una materia más popular, pero este tema es complejo y con poco consenso...
-Fue en 2007 en una reunión donde George Soros había invitado a varios académicos un fin de semana. Estaba Fernando Henrique Cardoso. El tema fue las drogas. Al final, dijeron: hay que hacer una comisión y Soros propuso que la encabezaran los ex presidentes. Ernesto Zedillo no pudo llegar esa vez, pero él ya me había comentado su experiencia como gobernante al lado de los que consumen: Estados Unidos. Con Cardoso hacíamos conferencias en la Universidad de Brown y se planteó la posibilidad de crear esta comisión. Me pidieron que me incorporara y recuerdo que les dije: déjenme pensarlo. Primero hay que hacer que en Chile la gente abra su perspectiva, si no todas estas cosas son contraproducentes.

-El primer informe de la comisión fue en 2011, ¿por qué usted no participó?
-Participé, pero no firmé. No me sentí seguro para hacerlo, pese a que igual me involucré en todas las discusiones. Preferí esperar. Quería estar convencido. Si salgo a dar una pelea, salgo a darla en serio, como lo estoy haciendo ahora.

-¿Influyó, además, el hecho de que en Chile fuera impopular suscribir un documento que proponía liberalizar el tema drogas?
-No, pero reconozco que el Chile del 2000 es distinto al de 2006 y al de 2010. Es una sociedad que se ha hecho cada vez más liberal, más abierta. Yo llegué a la convicción de que la política prohibicionista había fracasado. Uno va teniendo otro tipo de contacto, ve lo que ha pasado en Colombia, México, en Centroamérica. Todo apunta a la necesidad de entender que este no es un tema individual de un país, aunque cada uno deba definir sus propios caminos. 

-Usted junto a un grupo de ex presidentes llevan tres años intentando convencer al mundo que la política de prohibir las drogas fracasó. ¿Cómo ha sido la acogida en este periodo?

-La acogida es muy notable. En el intertanto, una gran cantidad de países ya entraron en el debate. Hay dos estados en Estados Unidos (Washington y Colorado) que legalizaron la venta de marihuana. Uruguay hizo lo mismo. Los amigos europeos hace tiempo resolvieron que este es un tema de salud pública, y el drogadicto que ya no tiene arreglo es tratado como un enfermo con cáncer. Y hay preocupación para que tenga una muerte feliz o darle drogas a los que tienen dolores. Para el drogadicto que no tiene vuelta y que es un absoluto dependiente, hay que suministrarle la droga y preocuparse de que la jeringa esté limpia. Así no se producen contagios. Desde el punto de vista de salud, el acceso a las drogas debe ser regulado y controlado: que esté en los centros de salud para aquellos que tienen dolor.

-El último informe de la ONU habla de que los distintos gobiernos deben ver cómo mejorar sus leyes y abordar el tema. ¿Cuán atrasado está Chile en el tema drogas?
-Creo que estamos atrasados en cuanto no nos planteamos el tema a nivel de la agenda pública, tenemos muchos temas donde queremos introducir cambios. Y este no está planteado.

-En el programa de la presidenta es un tema que apenas se toca: sólo se habla de evaluar la marihuana para fines terapéuticos y la posibilidad de sacarla de las drogas duras.
-Insuficiente. Ya a estas alturas muchos están diciendo que esa diferencia no existe. Existe respecto de otras drogas, pero la diferencia entre cannabis y coca es discutible.

-Chile aún no ha sacado a la marihuana de la categoría de droga dura...
-Eso tiene que ver con que no hay un debate en el país, por lo tanto si yo planteo abiertamente que hay que legalizar la marihuana, eso va a ser sancionado porque la opinión pública mayoritariamente va a estar en contra. Entonces yo no quiero un gobierno que por ser liberal en esta materia provoque que mi hijo caiga en la droga.

-De hecho, ese es el argumento de quienes no piensan como usted. Que hay que combatir las drogas para bajar el consumo.
-Ese es el temor. Pero en lugares donde se ha legalizado la marihuana, como en Portugal, no aumentó el consumo y bajó el precio. Cuando usted usa la política del encarcelamiento y la criminalización, lo único que hace es llenar las cárceles con gente. Lo que se va a dejar de gastar en cárcel, hay que gastarlo en prevención, en campañas. Eso pasó en Chile con el tabaco: yo diría que los jóvenes aquí fuman menos que antes. Una buena prevención es infinitamente más eficaz. Lo único que me queda claro es que en Chile el 2002 había 10 mil detenciones al año por tráfico de droga, y 10 años después está multiplicado por 8, llegan a 82 mil. Falta que Chile madure.

-Pero en Argentina hay un proyecto para legalizar la marihuana. Uruguay ya lo hizo…
-Esos países no están en el debate que hoy está Chile. Hay muchos que ya reclaman que hay demasiadas reformas. La pregunta es más simple: ¿el tema estuvo entre los candidatos presidenciales? Ahora, la gente se preguntará por qué yo planteo el debate ahora y no lo hice cuando fui presidente. Yo respondo que el Chile del 2000 tenía temas más importantes que hacer. Lo que quiero decir es que hay que establecer las prioridades. No me cabe duda que el 2017 este tema va a estar en la campaña presidencial. Esa es mi sensación.

-¿Si usted participara en la próxima campaña presidencial propondría legalizar la marihuana?
-Si lo estoy diciendo sin campaña ahora, voy a decir lo mismo en dos años más. No es que lo esté diciendo porque no hay elecciones. He hecho una toma de posición, como frente a muchos otros temas. Más que cambiar de posición, tomé conciencia. Es una política de sentido común: la droga es negativa, una cosa es el consumo de las personas, la decisión individual, pero el comercio de aquello es un comercio ilícito que debe ser castigado, y el que lo hace se va a la cárcel. Esa es la sabiduría convencional. Nunca le di un segundo pensamiento a ello. Pero cuando uno ve los números la cosa cambia. La relación droga-criminalidad es brutal. ¿Cuántas mujeres tenemos en las cárceles simplemente porque las pillaron con un kilito de marihuana en el bolsillo, porque eran burreras en el Norte? Eso es mandarlas a hacer un posgrado en delincuencia.

-La recomendación de la comisión de ex presidentes, incluido usted, habla que se debieran regular y legalizar todas las drogas en la región para bajar el narcotráfico, la criminalidad, la violencia. ¿Se deben legalizar las demás drogas en Chile?
-Sí, claro. Debemos legalizar todas las drogas en Chile. Efectivamente algunos dicen que el alcohol y el tabaco son más dañinos que la coca. Porque el alcohol está regulado, porque hay tipos de alcohol que te dejan ciego y eso no se permite vender en las botillerías. En consecuencia, no es llegar y decir chipe libre. Hay que regular. El alcohol en Estados Unidos se vende, pero a una persona joven siempre le van a pedir el carné. Anduve unos 10 días en Estados Unidos con un nieto de 24 años y en ninguna parte le dejaron de pedir la cédula de identidad para tomarse una cerveza. Está claro que los daños cerebrales no sólo se producen cuando pequeño. Entre los 15 y los 24 años hay que hacer campañas de prevención: no al alcohol, no al tabaco. En cambio, respecto a la droga no hay una campaña. Hay un castigo, una prohibición. Cuando uno ve que muchos estudios científicos hablan que el alcohol y el tabaco son más dañinos y adictivos que la marihuana uno dice hay que parar. Incluso más: hay varios que dicen que no hay mayor diferencia entre la marihuana y la cocaína.

-¿Habría que legalizar entonces la cocaína pero con regulación?
-Como país, somos el número 1 en consumo de cocaína en los jóvenes entre todos los países de la OCDE. Eso es grave. Ahora si hay señores que dicen: “Mire, la diferencia entre el tabaco y la coca es mínima”, yo me rebelo porque no es mi sabiduría convencional. A mí me educaron con que la coca era lo peor de lo peor. Entonces diría, partamos por legalizar la marihuana, con lo cual una gran cantidad de delitos desaparece. Estoy por descriminalizar y eso quiere decir legalizar el consumo, la producción, el transporte y la comercialización de marihuana. Después de uno o dos años veremos si nos atrevemos a legalizar la cocaína. Eso pasa primero por hacer una gran campaña de prevención, y sancionemos con penas distintas a la cárcel, dependiendo la magnitud de su delito, a aquellos que hoy son encarcelados.

-¿Y debiera haber tribunales distintos?
-O que los tribunales entiendan que hay castigos alternativos a la cárcel. Dicho esto, concentremos toda la fuerza del aparato policial del Estado en los narcotraficantes, las mafias y los que lavan dinero. Ahora, una cosa es decir que quiero legalizar, pero yo no quiero que la juventud chilena sea drogadicta o adicta a la marihuana. Hay un elemento interesante: el fruto prohibido siempre atrae. Si deja de serlo, cambia la forma de hacer campaña. Hay que saber hacer una campaña para explicar. Ahí les podemos decir a los jóvenes que si quieren probar lo hagan después de los 24 años, porque si no van a tener daño cerebral. Aguántese. A lo mejor hay ideas mucho más geniales que éstas, pero se debe comenzar el debate.

-¿Cuál es el riesgo de que las recomendaciones que están haciendo queden en informes, pero no salgan al campo de la acción?
-La acción corresponde a cada país, entonces movilice a su país para que haya acción.

-¿Y cómo se moviliza a Chile?
-Entre otras, con esta entrevista. Son procesos que van reviviendo una convicción. Si esto no ocurre, vamos a seguir siendo el número 1 en consumo de cocaína de los jóvenes entre los países OCDE. Esa es una campana de alerta. Cuando conocí esa cifra me espanté. Hay que hacer una toma de conciencia, porque esto es un tema de todas las clases sociales.

-¿Ha hablado con la presidenta sobre este tema?
-En términos generales, sí. Pero no hemos tocado el tema en detalle desde que es presidenta.

-En esta cruzada, ¿cuál es la mayor resistencia a la legalización de las drogas?
-La mayor resistencia es la sabiduría convencional, que muchas veces -como decía Keynes- normalmente los hombres prácticos son esclavos de un economista difunto.

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