-¿Cómo ve el debate parlamentario por la legalización del autocultivo de marihuana?

-Me parece muy importante que haya una comisión, mal llamada de adicciones -que tendría que denominarse de otra manera-, porque es un paso adelante que demuestra que el Poder Legislativo se ha llamado a responsabilidad, cuando ha estado en más de una oportunidad omiso. La discusión sobre los marcos regulatorios de las drogas es un debate democrático que estamos reclamando a nivel internacional.

-¿Es necesario adecuar el marco normativo para encarar la problemática?

-La discusión de las leyes puede ser interesante si implica un debate nacional sobre toda la problemática. Pero no es cierto que por modificar el marco normativo vamos a cambiar este tema. Si la discusión está al servicio de un debate general, aplausos, pero quienes piensan que la problemática de drogas se arregla con un cambio de legislación están equivocados. El cambio de paradigma es un fenómeno cultural. Cambiar el paradigma significa un cambio cultural, de costumbres y de políticas, y eso no se soluciona con una ley.

-¿Hay antecedentes de ese cambio de paradigma a nivel continental?

-Estamos intentando abrir un debate para cambiar el modelo que se conoce como de "guerra contra las drogas" y eso está empezando a tener eco. Hubo una declaración de ex presidentes (José Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, de Brasil, Colombia y México, respectivamente, en 2009) y en Estados Unidos se está dando una apertura a la posibilidad de discutir un tema. De todas maneras, la correlación de fuerzas es favorable para el paradigma mundial de tipo belicista y represivo, en detrimento de una regulación más humanitaria y centrada en el bien público, en lugar de la criminalización. Eso es abrumador a nivel mundial y de América Latina. Incluso los gobiernos más cercanos a nosotros tienen a veces actitudes ambiguas.

-¿En este encuentro se discutió el consumo de alcohol?

-Estamos adhiriendo a un documento de la Organización Mundial de la Salud (en referencia a uno denominado Estrategia Mundial contra el Consumo Nocivo de Alcohol), que lo recomiendo para todos los decisores en este tema, incluyendo al Parlamento, que no ha iniciado este debate, aunque debería. Se trata de una estrategia mundial sobre el uso nocivo de alcohol, y tiene recomendaciones que en nuestro país podrían levantar mucha polvareda, como el control de la oferta, los impuestos y la publicidad, entre otras cosas.

-¿En Uruguay se ha subestimado el problema del alcohol?

-La sociedad uruguaya lo subestima y tiene una actitud ambivalente con el alcohol. Recién ahora se está comenzando a generar sensibilidad gracias a una prédica que se hizo respecto a la conducción de vehículos. El alcohol es una sustancia que invita a pensar cómo regular el consumo de otras sustancias que perjudican la salud pública, encontrando una medida justa. En la actual etapa del capitalismo salvaje, en la que las mercancías y los efectos circulan en gran forma, hay que apelar en algún momento a una construcción autorreguladora, y si la persona no puede autorregularse, tiene que haber alguien que lo frene. Todo esto sin perjuicio de las lógicas obligaciones que tiene el Estado, regulando la publicidad. En horarios de protección a menores, no se tendrían que poder pasar publicidades que promuevan el consumo de alcohol.

-¿El Parlamento ha sido lento para tratar estas problemáticas?

-En la administración pasada remitimos un proyecto de ley que no se llegó a tratar. En el problema de las drogas, las instituciones y los individuos reaccionan tarde, y a veces nos manejamos entre la alarma pública o la negación del problema.

-¿Qué opina de la asociación permanente entre la pasta base y la inseguridad?

-Creo que hay una asociación excesiva. No toda la situación de inseguridad se debe al consumo de drogas. El lavado de dinero no aparece generalmente vinculado como un elemento de inseguridad, a pesar de que genera inseguridad en las inversiones a largo plazo, y eso no siempre está bien visualizado. Es preferible transferirle la culpa al pobre desgraciado que fuma esas cosas. En mi opinión, un país de primera también debería tener que serlo en materia de regulación de lavado de activos.