Según la legislación encabezada por el actual Gobierno conservador, sólo se les permitirá entrar a los coffeeshops que venden cannabis a los residentes en Holanda. El Gobierno holandés anunció el pasado 27 de mayo que seguirá adelante con el plan de exigirles a todos los que compren marihuana en los coffeeshops del país un pase oficial que debe ser adquirido previamente. Esta medida busca reducir la compra de droga de parte de los turistas. El anuncio fue noticia internacional.
“Para hacer frente a alteraciones del orden público y la criminalidad asociada a los coffeeshops y el tráfico de drogas, la política de puertas abiertas de los coffeeshops va a terminar”, dijeron los ministros holandeses de Salud y Justicia en carta al Parlamento. Bajo las nuevas reglas, sólo los adultos holandeses podrán inscribirse como miembros de las tiendas de cannabis. Tendrán que registrarse como miembros al menos por un año, y una tienda tendrá como máximo 1.500 miembros. Las personas que no tengan la nacionalidad holandesa no tendrán acceso. El Gobierno anunció que a finales de este año se introducirá la prohibición de los extranjeros y las restricciones a los clientes holandeses.
Oposición generalizada
Estas medidas han desatado una amplia oposición. Muchos expertos afirman que la introducción de los llamados ‘pases para coffeeshop’ va a alentar la distribución ilegal callejera de nuevo. Dicen que las medidas propuestas no son viables y son contraproducente. La ciudad de Ámsterdam, en donde se encuentran 220 de los aproximadamente 660 coffeeshops del país, se opone a la medida. “Nos preocupa la inseguridad y el desorden público que pueda surgir cuando el cannabis se negocie extensamente en la calle”, dijo el portavoz de la ciudad. Mientras algunas ciudades del sur del país han cerrado cafeterías que atraen a turistas procedentes de Bélgica, Alemania y Francia para evitar el desorden público, los pequeños comercios minoristas de cannabis de Ámsterdam no causan ningún tipo de problema. Otra propuesta del Gobierno de prohibir los coffeeshops que estén situados a menos de 350 metros de las escuelas va a causar caos en Ámsterdam. Bajo esta nueva regla, sólo 36 de los 220 coffeeshops de la capital podrían permanecer abiertos.
Si se vende el cannabis en las calles los problemas de salud podrían aumentar. También es motivo de preocupación que aumente la venta a menores ya que los ayuntamientos perderían aún más el control sobre el mercado de cannabis, actualmente a cargo de los coffeeshops, los cuales están altamente regulados. Además de Ámsterdam, los consejos de las ciudades de Eindhoven, Den Bosch y Maastricht en el sur del país, donde se introduciría la medida inicialmente, ya han votado en contra del plan. Según informes periodísticos, los consumidores holandeses de cannabis se oponen al registro y dicen que, de introducirse la medida, comprarán su cannabis fuera de la cafetería.
Un estudio reciente en Ámsterdam mostró que el 83 por ciento de los visitantes de los coffeeshops se opone al registro. Cuando les dijeron que sería obligatorio, el 32 por ciento dijo que cumpliría eventualmente con el requisito. Una cuarta parte dijo que ellos mismos empezarían a cultivar cannabis o lo comprarían directamente a los cultivadores, mientras que la otra cuarta parte se lo compraría a comerciantes o utilizaría los servicios de entrega a domicilio. De acuerdo con una de los autoras del estudio, Marije Wouters, los comerciantes ilegales harían buena ganancia tomando pedidos por teléfono móvil y entregando directamente a los clientes. Los consumidores menores de edad y los ‘turistas de la droga’ de los países vecinos recurrirán también a los comerciantes ilícitos móvil.
Nicole Maalsté, criminóloga de la Universidad de Tilburg, dice que la policía y la fiscalía no tienen capacidad para hacer cumplir el sistema de pases de cannabis. El problema del modelo de coffeeshop holandés no es que contribuya a aumentar el consumo de cannabis. El problema está en el hecho paradójico que permite la venta y posesión de pequeñas cantidades por la puerta de adelante de la tienda, mientras que el suministro a los coffeeshops (cultivo y comercio en grandes cantidades) que se hace por la puerta de atrás está todavía plenamente tipificado como delito y por lo tanto, controlado principalmente por redes de delincuentes.
De acuerdo con Maalsté este problema se ha agravado debido a la acción de la policía en los últimos años contra los pequeños cultivos operadas por aficionados. “El resultado es que el suministro de cannabis a los coffeeshops se encuentra ahora en manos de redes delictivas que la policía no puede controlar. La alternativa es la de regular la oferta y el cultivo de cannabis”. Maalsté cree que la verdadera intención del Gobierno es cerrar todos los coffeeshops y ponerle fin a toda una política de venta tolerada de cannabis. Otro informe encargado por el Gobierno, propuso prohibir el cannabis con un contenido de THC superior al 15 por ciento, poniéndolo en la misma lista de la Ley holandesa del Opio como droga dura igual que la cocaína y la heroína. Los coffeeshops sólo podrán vender cannabis con un contenido menor de THC.
La avalancha de medidas por parte del Gobierno para restringir los ya muy regulados coffeeshops parece destinada a sacarlos del negocio. Aunque las medidas propuestas todavía deben ser aprobadas por el Parlamento holandés, hay una clara división entre el Gobierno conservador y los municipios que tienen coffeeshops. La mayoría de los municipios que permiten coffeeshops quiere una política diferente, y ha propuesto diversas medidas para regular finalmente el suministro por la “puerta trasera”. En una “cumbre de cannabis” que tuvo lugar en 2008, unos 30 alcaldes pidieron un “plan piloto de control” para evaluar si los productores con licencia podrían ayudar a reducir la criminalidad asociada al suministro de cannabis.
Obstáculos legales
La nueva medida que prohíbe a los extranjeros también depende del resultado del procedimiento ante el Consejo de Estado entre el municipio de Maastricht y la cafetería Easy Going sobre la condición de la nacionalidad que sólo permite el acceso a los ciudadanos holandeses a las cafeterías de la ciudad. Aunque el Tribunal Europeo de Justicia dictaminó en diciembre de 2010, que el consejo de la ciudad de Maastricht no viola la ley europea al impedir a los no residentes la compra de drogas blandas en los cafés de cannabis de la ciudad, el Consejo de Estado podría tomar en consideración otros aspectos. Según el profesor Jan Brouwer, de la Universidad de Groningen, el requisito de residencia es inconstitucional.
De acuerdo con el artículo 1 de la Constitución holandesa, todos los presentes en los Países Bajos deben ser tratados igualmente. La infracción de este principio sólo puede hacerse si hay una justificación legal razonable para hacerlo, dice Brouwer. La razón que proporciona el Gobierno - perturbación de la paz - no es suficiente. Esta supone que son sólo los extranjeros quienes perturban la paz alrededor de los coffeeshops, lo que nunca se ha probado. De hecho, las ofensas pueden provenir tanto de los holandeses como de los extranjeros. Brouwer espera que el Consejo de Estado no acepte la obligación de negarles el acceso a los coffeeshops a los no residentes.
Otro problema es que los planes del Gobierno les exigirán a los ciudadanos hacerse miembros de una asociación que comete delitos de manera estructural. Después de todo, la venta y posesión de cannabis siguen siendo formalmente prohibidas de acuerdo a la Ley holandesa del Opio. La política de tolerancia se basa en el principio de conveniencia establecido en la legislación holandesa, una opción discrecional que le permite al Ministerio Público abstenerse de enjuiciamiento cuando sea de interés público hacerlo. Sobre esta base se toleran los coffeeshops cuando siguen las directrices - conocidas como los criterios AHOJG - promulgadas por el Ministerio Público: abstenerse de publicidad; no vender drogas duras; no causar alteraciones del orden público; no vender a menores; y, vender cantidades máximas de 5 gramos por cada transacción, así como poner límites en el inventario (500 gramos).
El Gobierno quiere añadir un nuevo requisito de “tolerancia” en la lista: el dueño de una cafetería de cannabis debe crear una asociación a la que sus clientes deberán afiliarse. Brower duda de que esto sea legal. Tal asociación estaría cometiendo actos delictivos sobre una base estructural. En 2001 una asociación de este tipo ya fue juzgada por el Tribunal de Almelo como ilegal y tuvo que disolverse a demanda del fiscal sobre la base de ser contraria al orden público. El objetivo de la asociación había sido la de promover los intereses de los consumidores de cannabis ofreciendo productos canábicos de calidad.
Club social de cannabis en Utrecht
El gobierno también reiteró que se opondrá a la experimentación científica anunciada por el municipio de Utrecht. El experimento consiste en la creación de un modelo de club cerrado para adultos consumidores recreativos de cannabis, que cultivaría su propio cannabis en una cooperativa (ver por ejemplo el modelo de los clubes sociales de cannabis en España). Este modelo les ofrece la posibilidad de un cultivo regulado y controlado para su uso personal en un entorno de pequeña escala. La regulación y el control de la venta dentro de este modelo se basará en acuerdos estrictos que garantizan el origen no criminal, así como la calidad del cannabis, lo cual es importante para evitar riesgos a la salud. Victor Everhardt, el concejal de Utrecht que propuso el experimento, reaccionó diciendo que Utrecht de todos modos continuará con los preparativos.
Los sucesivos Gobiernos holandeses se han opuesto a la regulación de la puerta de atrás, utilizando los argumentos de un informe jurídico del TMC Asser Institute en 2005, “Experiments in allowing the growing of cannabis to supply coffeeshops - International and European Law issues”. Este informe concluyó que un experimento con el cultivo tolerado del cannabis para el suministro de los coffeeshops se contradice con las obligaciones de los Países Bajos con la Convención Única de 1961 y la Convención de 1988 de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas.
El Asser Institute afirma que la oferta regulada de cannabis a los coffeeshops no encajaría en la reserva de los Países Bajos a la Convención de Naciones Unidas de 1988. La reserva, que no ha sido impugnada por ninguna de las partes en el tratado, establece que las obligaciones derivadas de la Convención tienen que cumplir con la legislación penal nacional y la política penal nacional. De acuerdo con el Asser Institute, la reserva permite la actual normativa de los coffeeshops, pero la adopción unilateral de una licencia para el cultivo no puede ser seriamente considerada si se quiere cumplir cabalmente con los tratados existentes. Sin embargo, otros expertos en asuntos legales dicen que la venta tolerada de cannabis en los coffeeshops no está permitida en las convenciones, pero esto no les ha impedido a todos los Gobiernos holandeses hasta el momento defender la política desde que se introdujo el sistema hace 35 años en 1976.
Otros expertos en asuntos legales no están de acuerdo con las conclusiones del informe Asser. Ybo Buruma, profesor de derecho penal y criminología recientemente nombrado en el Tribunal Supremo holandés, dice que la regulación de la cadena de suministro de cannabis, o el hecho de facilitar un experimento para tal fin, son posibles dentro del marco jurídico vigente de las obligaciones jurídicas internacionales y europeas. La reserva de los Países Bajos a la Convención de 1988 permitiría la regulación de la oferta ya que el objetivo de la regulación es la lucha contra el crimen organizado y la promoción de la salud pública: la participación del crimen organizado en el cultivo y distribución de cannabis se reducirá, puesto que los coffeeshops sólo podrán vender bajo licencia, y la salud pública se promoverá regulando el contenido de THC según las condiciones establecidas en las licencias.
El concejal de Utrecht, Everhardt, dice que el informe Asser “establece claramente que es posible regular el cultivo para uso personal a nivel nacional”. Al concejal no le impresionan las objeciones del Gobierno. “Si queremos experimentar dentro de las leyes y reglamentos vigentes, podemos hacerlo. Por supuesto, espero que el Gobierno lo apoye con el tiempo”.
¿La abolición de los coffeeshops?
Las nuevas medidas del Gobierno no parecen resolver nada. El último conjunto de medidas complicaría la regulación de los coffeeshops, hasta el punto de terminar por abolir lentamente el sistema de cafeterías de cannabis sin decirlo abiertamente. El debate en los Países Bajos entre los partidarios y adversarios de las cafeterías parece estar de acuerdo en una cosa: la regulación a medias de los coffeeshops ha llegado a su punto final. O los coffeeshops son abolidos o se tiene que regular la oferta de la “puerta trasera”. Añadir nuevas regulaciones de carácter dudoso y excesivo a las actuales sólo hará el sistema más inviable e inaplicable. La abolición de todos los coffeeshops es el objetivo declarado de uno de los partidos de la actual coalición gubernamental, el Partido Demócrata Cristiano, el principal arquitecto de la táctica del salami para imponer más regulaciones restrictivas a los coffeeshops. Esto ha ido socavando paulatinamente el sistema de cafeterías de cannabis en la última década.
¿Cuáles serían las consecuencias de la abolición de los coffeeshops? El Gobierno debería mirar la situación en Dinamarca, país que tenía una actitud similar a la holandesa de tolerancia hacia el cannabis. Dinamarca cambió su política en 2004, cuando la posesión para uso personal se re-tipificó como delito, pasando de una advertencia discriminatoria a una multa obligatoria de 70 euros, que se cuadruplicó en 2007. La ley fue seguida inmediatamente por un amplio operativo policial en el mercado abierto de cannabis al por menor Christiania, y en los llamados clubes de hachís en el resto de Copenhague.
Los resultados no han sido alentadores. El cambio de política dio lugar a un desplazamiento en las calles de todo Copenhague y a un aumento de la violencia relacionada con el mercado de parte de las bandas delincuenciales que se disputan el control de los puntos de venta. Tanto la policía como los políticos admiten que el comercio aún se mantiene vivo en la calle, si bien de modo más discreto. Una gran diferencia entre lo que pasa hoy y lo que pasaba entonces es que la distribución está ahora en manos de los grupos más fuertes que han logrado resistir las incursiones periódicas de la policía. La policía dice que algunas de estas personas tienen conexiones con las pandillas, y gran parte de una guerra de pandillas que se produjo en 2009 estuvo directamente relacionada con el tráfico de drogas.
“Si el objetivo era detener el tráfico de hachís en Christiania, entonces no se ha tenido éxito”, dijo el presidente de la Federación de Oficiales de la Policía. Según la policía, la razón principal por la que no han logrado detener por completo el tráfico de cannabis es porque esto requiere de enormes recursos.
Decepcionado con el resultado de las incursiones, el Consejo de la ciudad de Copenhague votó a favor de una propuesta para realizar una prueba de tres años en los que profesionales de salud venderían en tiendas cannabis en pequeñas cantidades a unas 50 coronas el gramo, similar al precio de venta en la calle. Sólo los residentes de la ciudad podrían comprar el cannabis para prevenir el “turismo de cannabis” al estilo holandés. Pero el ministro danés de Justicia se ha opuesto claramente a la propuesta del Consejo de Copenhague.
Las políticas de drogas deben basarse en la evidencia para evitar consecuencias negativas y perjudiciales. Es evidente que el ejemplo de Dinamarca muestra que el retorno a la prohibición de la venta abierta de cannabis no reduce el mercado de cannabis, en cambio aumenta la violencia y disminuye el control del Gobierno sobre el impacto del mercado de cannabis en la sociedad. Recientemente, la Comisión Global de Políticas de Drogas , encabezada por los ex presidentes de Brasil, Colombia y México, y otras figuras internacionales como el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, hizo un llamado a los Gobiernos para que experimenten con modelos de regulación legal del cannabis para minar el poder del crimen organizado y proteger la salud y la seguridad de sus ciudadanos.
En lugar de sofocar los coffeeshops con excesivas regulaciones de dudosa naturaleza, el gobierno holandés debería tomar en serio la recomendación de la Comisión Global y regular la “puerta trasera”, experimentando con licencias para el cultivo. Un sistema rejuvenecido del coffeeshop holandés que incluya un suministro regulado podría reducir potencialmente de manera significativa las consecuencias negativas y perjudiciales del sistema a medio hacer que opera en la actualidad. Esto es mucho mejor que devolver de nuevo el cannabis a los mercados controlados por delincuentes.