EL PAíS › ENTREVISTA EXCLUSIVA A JUAN CARLOS MOLINA, TITULAR DE LA SEDRONAR

“La gente no está preparada para que haya reinserción en serio”

Fue designado hace un año al frente de la Sedronar. Cura, polémico por su campaña por la no criminalización del consumo, sostiene que es más preocupante el consumo de alcohol entre los chicos que el de marihuana. Sus proyectos de ley.

 Por Horacio Cecchi

Lleva un año al frente la Sedronar y le bastó para despegarse de las políticas de intervención represivas y avanzar sobre el problema de las drogas desde la mirada de la “salud social”. Durante una entrevista exclusiva con Página/12, Juan Carlos Molina, titular de la Secretaría de la Drogadicción y la Lucha Contra el Narcotráfico, habló de los jóvenes vulnerables, defendió el proyecto de la no criminalización basado en el fallo Arriola, y la diferenció de la despenalización del consumo; aseguró que el paco se consume en la clase media, pero se criminaliza a los jóvenes de las villas; y mencionó dos proyectos de ley que permanecen a la sombra de otro más polémico: el de regulación de la publicidad del alcohol y de los medicamentos. “Curiosamente –sostiene–, de esos dos nadie habla.”

–Uno de los cambios interesantes que hizo la Presidenta es la mirada que quería para esta secretaría. Podría haber elegido a alguien de las fuerzas de seguridad, como ya tenía esta secretaría, porque el anterior (Salvador Postiglione, ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria) tenía esa línea, podría haberlo mirado desde la persecución al narcotráfico, o podría haber puesto otra punta que era interesante, alguien mucho más cercano al sistema de salud y entonces mirar como un problema de salud. Pero decidió poner a alguien que viene con trabajo social, con trabajo de territorio. Es un gran cambio de Cristina en esto. De ahí que me pide tres cosas: trabajar con los jóvenes, hacer mucho territorio y mucha gestión con otras organizaciones.

–¿Con qué se encontró cuando llegó?

–Con todo lo contrario que acabo de describir. Con un fuerte eje en la seguridad, quizás en el acompañamiento de capacitación a fiscalías, a la Justicia. Ahí estaba puesto el eje. Es un cambio de paradigma en la secretaría y que se viene dando a nivel mundial. Empezamos con esta “guerra contra las drogas” y el eje era la sustancia, parecía que la solución para las adicciones era tener un psicólogo, un psiquiatra y una internación. Si no los tenías, parecía que no había solución. Pasamos del eje de la sustancia al profesional y siempre quedó en el medio la persona que consume, el adicto. El eje que dio la Presidenta es el otro como sujeto de derecho, una tercera posición. Poner en el centro a la persona que tiene el problema. No a la sustancia, no al profesional. Al otro como sujeto de derecho.

–Poner en el centro a la persona también podría ser persecutorio...

–No, porque lo ponés en el centro para recuperar sus derechos. Por eso decimos que es un problema de salud social.

–¿Cómo se planteó el trabajo desde el vamos?

–Yo hago tres distinciones con el tema de la droga. Parto de que el narcotráfico tiene tres grandes ejes: infraestructura, plata y creatividad. Y nosotros combatimos el narcotráfico de la misma manera. Tenés que tener infraestructura, no hablo de infraestructura de seguridad. Tenés que tener viviendas, centros deportivos, centros culturales, incluso organización para trabajar sobre el problema. Por eso llenamos el país de equipos de trabajo. Si la persona está consumiendo es porque entró la droga, hubo un hueco que le permitió entrar, afectivo, social, educativo, laboral. Por eso digo que tiene tres ejes: tiene infraestructura, tenemos que tener infraestructura. Tiene plata, tenemos que ponerle plata. Estamos poniendo plata. Ya firmamos con el Conicet cuatro puntos de investigación.

–¿Qué quiere decir?

–Vamos a hacer estudios científicos. Antes eran cuestiones mucho más caseras. Queremos darle a esto una consistencia científica. Por ejemplo, reactivos para detectar rápido el precursor químico. Con dos gotitas sabés cuál es el precursor químico que está siendo desviado del circuito que tiene que tener. El narcotráfico no es solamente que pase cocaína por acá. También es que un precursor químico salga de su circuito normal, de una empresa a la otra, que se desvíe la efedrina, por ejemplo. Por eso tenemos una lista de precursores químicos que se manejan con control que pone la Sedronar a través del Renpre (Registro Nacional de Precursores Químicos). Hoy tenemos la trazabilidad armada, tenemos muchísimas cosas vía web, no es tan fácil meter la cuchara como podría haber sido antes. Hoy, el sistema informático está blindado. Son todos pasos que no se conocen, pero que sí hacen al narcotráfico. Las cocinas están hechas con precursores químicos. Cómo se estira la cocaína: con precursores químicos. Quién controla los precursores químicos: la Sedronar; y con el Conicet firma un convenio para reactivos de precursores químicos. Hacemos una fiscalización, un seguimiento, un allanamiento con la Justicia adelante, y todo es rápido. Otra investigación, por ejemplo, es la de los efectos de la cocaína fumable en la vida de los jóvenes y de nuestros barrios. No tenemos un estudio hecho. Queremos tener base científica para muchas cosas. Vamos en ese camino.

–Hoy, ¿cuál es el problema de la droga?

–Yo vengo de una generación en que jugábamos al fútbol en la canchita de la parroquia. Hoy no hay más canchitas en las parroquias, no hay más fútbol en los barrios. La década del ’90 nos privatizó también eso.

–Rompió estructuras solidarias...

–No solamente solidarias: rompió estructuras sociales, que es mucho más fuerte. No solamente se privatizaron ENTel o Aerolíneas. Se privatizó la vida social, de alguna manera.

–¿Qué incluye en el concepto de droga?

–Todo, legales e ilegales. El gran problema que tenemos es el alcohol, a partir de nuestras propias encuestas. Ya lo ha hecho la Corte Suprema, con Zaffaroni a la cabeza. Los delitos están asociados al alcohol y a los psicofármacos. Todo el mundo cree que están asociados al paco. Pero no.

–¿Cómo es eso?

–Primero hay que desmitificar. Estamos mal informados. Cuando los medios te dicen que el pibe de la villa que consume paco es delincuente, están bajando un mensaje claro. Cuando un profesional de la salud que tiene un programa de televisión, que es famoso, que lo escuchan todas las señoras al mediodía y lo están viendo en la casa los chicos antes de ir a la escuela, dice que el 13 por ciento de los chicos de la villa consume paco, primero está dando un dato falso que no sabemos de dónde lo sacó, porque no está en ninguna estadística oficial. Automáticamente se asocia villa, paco, delincuencia, porque estamos educados así. Nunca dijo que el 90 por ciento trabaja, que el 70 por ciento va a la escuela, que el 40 por ciento hace deporte, y es el mensaje que llega. Es un dato importante cómo nos van marcando la cancha. No dicen en ningún lado que un chico que consume paco, que por supuesto le hace daño, se puede recuperar. Eso no te lo dicen; y que sale adelante y que tiene posibilidades. Tenemos este concepto de que quien consume paco queda quemado y es un zombi. Nosotros tenemos chicos que han consumido paco durante diez años y que dan clases en la universidad. No te dicen que la clase media está consumiendo paco, que no es sólo un problema de la villa. Es la idea de que el consumo de paco se concentra en las villas y en los varones. Y las mujeres también consumen paco. Por eso, en este tema no es blanco y negro: hay muchos grises y muchos matices.

–¿Por qué pone el acento en llamar al proyecto de ley como de no criminalización del consumo en lugar de despenalización?

–Una cosa es la no criminalización a partir del fallo Arriola, que dice que el consumo en el ámbito privado no puede ser penalizado. Y la ley no dice eso. Nosotros decimos que lo que hoy es jurisprudencia sea ley. ¿Qué nos preocupa? Que el criminalizado siempre es el vulnerable, que el criminalizado siempre es el pobre, es el portador de cara. No es el que va a la universidad, o el que va a la Creamfields.

–¿Defender un amplio sector vulnerable y cargar las tintas sobre otro sector?

–No, Sedronar estuvo por primera vez en su historia en la Creamfields y repartimos agua. Hoy tenemos una ley que habla de reducción de daño (se refiere a la ley del Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos que incorpora las adicciones a la cobertura de las obras sociales), que nos permite trabajar la reducción de daños. Tratar que si hay daño, no sea un daño mayor. No puedo ir a la Creamfields y decir “no consumas”, porque es tirar margaritas a los chanchos. Lo que puedo hacer es prevenir, decir “muchachos, esto les hace mal, si consumís una cosa, no podés tomar otra”, “si consumís una cosa, podés tomar agua”, y repartimos agua, porque sabemos que el agua sale 100 mangos y están las canillas cerradas, y una piba que entra en colapso necesita tomar agua.

–¿Por qué cree que la tendencia mediática e instalada en parte de la sociedad es la de la solución por el lado de la seguridad?

–Porque se instalan los temas de acuerdo a cómo viene la ola. Está instalado que en la Argentina tenemos un gran problema de inseguridad y que esto se combate con más policías. La gente está educada para escuchar eso. No está preparada para escuchar que tenemos que poner computadoras en los centros de rehabilitación, para escuchar que tenemos que darles trabajo a los pibes que consumen. Un gran preventor y recuperador en las adicciones es el mundo del trabajo, acompañado por un equipo terapéutico. No es la química. Las estadísticas dicen que muchos de los jóvenes que salen de las comunidades terapéuticas, vuelven a recaer a nivel mundial. ¿Cómo hacemos para que haya reinserción en serio? La gente no está preparada para escuchar eso. Si no estuvo preparada para escuchar que el preso que trabaja, cobre su sueldo... Por trabajar, no por estar preso. Los grandes comunicadores del mediodía siguen insistiendo con eso, incluso sabiendo que están mintiendo en el mensaje. Imaginate que yo vaya a decir que voy a crear un trabajo para los pibes que se drogan. Me van a decir “bueno, entonces me voy a drogar para que me paguen”.

–¿Por qué no despenalizar?

–Porque implica un montón de otros elementos. Implica el uso recreativo, puede implicar la comercialización. Es un paso posterior. Yo no estoy hablando de eso. Estoy pensando en el otro que consume. Tenemos que darnos este debate, de la no criminalización, y empezar a charlar de la despenalización, de qué es lo que le conviene a este país.

–¿Se puede comparar con Uruguay?

–No, por las dimensiones que tiene Uruguay, por la idiosincrasia diferente. Tenemos una altísima población en el interior; ellos tienen a toda la gente en ciudades. El tipo de frontera. La historia: ellos desde hace 90 años que tienen despenalizado el consumo personal, por lo cual es un pueblo que habla de este tema. Lo que hicieron ahora es la legalización, que es el cultivo, la venta. La criminalización no implica eso.

–¿A qué llama droga?

–A toda sustancia que produce algún efecto sobre el otro. Tenés el alcohol, el tabaco, que son las lícitas, las legales. Tenés todos los psicofármacos recetados, también son una droga; y tenés las que no están permitidas para el consumo, la marihuana, la cocaína, todos los sintéticos. En el universo de la Sedronar entra todo. Como prevención entra todo. A mí me preocupa más la cantidad de alcohol que toman hoy los chicos que lo que puedan consumir de marihuana. Es mucho más problemático. Tenés ya desde los diez años consumo alcohol.

–¿Es parejo a nivel social?

–Sí, hoy se toma mucho en todos lados. De hecho está sociabilizado que las previas se hacen en las casas de familia. ¿Qué diferencia hay? Unos lo toman en la esquina y otros en el garaje de la casa, aunque se le tiene más miedo al que toma en la esquina. Toman en la casa con una importante anuencia de la familia. ¿Quién es el que compra el alcohol? El adulto, porque está prohibida la venta a menores. El cigarrillo se logró prohibir en lugares públicos, por ejemplo. Pero fue una medida cultural, muy distinta a la prohibitiva.

–¿Qué diferencia lo que se logró con el cigarrillo de lo que no se logra con el alcohol?

–El negocio.

–No me va a decir que las tabacaleras no son negocio...

–Pero tuvieron menos peso que las empresas del alcohol, que los laboratorios de psicofármacos. Esto se resuelve haciendo una buena campaña educativa. Nosotros propusimos tres leyes: primero la limitación de publicidad de alcohol en eventos culturales y deportivos. Hoy está dando vueltas en el Congreso. Quién es el sponsor de la Selección Argentina, cuál es el festival de rock más importante. Me parece que tenemos que trabajar desde ese lado, generar cultura. Yo estoy saliendo a repartir equipos de mate por todos lados. El sabor del encuentro es el mate para los argentinos, el asado, el partidito de fútbol con amigos, los fideos del domingo.

–Mencionó tres proyectos de leyes...

–Regulación de publicidad de medicamentos, de la venta libre; regulación de la publicidad del alcohol, la de la no criminalización; y una más que ya tiene media sanción: el reconocimiento de los operadores terapéuticos por parte de las obras sociales.

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El cura Juan Carlos Molina lleva un año de gestión y desarrolló una red solidaria para combatir las adicciones en los barrios.
Imagen: Pablo Piovano
 
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